Estimado Sr. Robert Zemeckis:
Hoy he ido al cine dispuesto a gastar parte de mi mísero sueldo en papel impreso de 7 € (sí, el 3D parece incrementar el valor del papel) y por supuesto el respectivo combinado de palomitas y coca-cola, casi otros 7€. Esto cuesta mucho pagarlo, tanto o más que el carbón usado para calentar calderas en Marley & Scrooge.
De todos modos, y una vez habiéndome desprendido de mis riquezas, me he dirigido decidido a creer en su obra Sr. Zemeckis, creador de grándes hítos en la industria cinematográfica (véase Regreso al futuro I, II, III. Forrest Gump. ¿Quién engañó a Roger Rabbit?). Todo ha proseguido por buen camino viendo la sala vacía, con buen olor y unos asientos, realmente comodos, eso sí, me han obligado a ponerme unas malditas gafas de carnaval por el tema del 3D, paparruchas. La película ha empezado y he de admitir que de una manera u otra has logrado absorverme en esos vuelos virtuosos con contrapicados/picados/tomas cenitales blah blah blah... sobre los tejados de Londres del siglo XIX. De echo, el tema de los copos de nieve me ha resultado de lo más impactante, realmente acojonante. Todo ha proseguido de manera solemne con la presentación de Scrooge y su difunto socio Marley, la atmósfera oscura y fría que se ha ido creando ha sido la necesaria para entender de que iba la cosa: Scrooge, amargado antinavideño que sólo piensa en ahorrar y trabajar.
Enfín, pues amigo mio, has gastado todo que deberías haber ahorrado. A medida que la película avanza, he acabado un poco hasta los cojones de los vuelos aéreos con nieve flotátil y sus consecuentes sudoraciones/horas/dinero/paciencia de los empleados que dispones para hacer estas maravillas digitales. Has conseguido enfriar más si cabía el ambiente, logrando que los personajes perdieran toda personalidad, limitándoles a correr (¡¡hasta por tuberías!!), traspasar paredes, volar (no me reitero, lo que pasa es que también vuelan con una casa, la casa voladora), y otras cosas que en definitiva, han arrancado la esencia de la história de cuajo. Demonios, en ocasiones he creido estár en un parque de atracciones, igual de caro desde luego que ha sido.
Bah, no tengo más que decirte amigo mío. No has echo un bodrio ni mucho menos, me has entretenido, pero sólo eso, entretenimiento sin história y con 14€ hay que exigir un poco más.
Hoy he ido al cine dispuesto a gastar parte de mi mísero sueldo en papel impreso de 7 € (sí, el 3D parece incrementar el valor del papel) y por supuesto el respectivo combinado de palomitas y coca-cola, casi otros 7€. Esto cuesta mucho pagarlo, tanto o más que el carbón usado para calentar calderas en Marley & Scrooge.
De todos modos, y una vez habiéndome desprendido de mis riquezas, me he dirigido decidido a creer en su obra Sr. Zemeckis, creador de grándes hítos en la industria cinematográfica (véase Regreso al futuro I, II, III. Forrest Gump. ¿Quién engañó a Roger Rabbit?). Todo ha proseguido por buen camino viendo la sala vacía, con buen olor y unos asientos, realmente comodos, eso sí, me han obligado a ponerme unas malditas gafas de carnaval por el tema del 3D, paparruchas. La película ha empezado y he de admitir que de una manera u otra has logrado absorverme en esos vuelos virtuosos con contrapicados/picados/tomas cenitales blah blah blah... sobre los tejados de Londres del siglo XIX. De echo, el tema de los copos de nieve me ha resultado de lo más impactante, realmente acojonante. Todo ha proseguido de manera solemne con la presentación de Scrooge y su difunto socio Marley, la atmósfera oscura y fría que se ha ido creando ha sido la necesaria para entender de que iba la cosa: Scrooge, amargado antinavideño que sólo piensa en ahorrar y trabajar.
Enfín, pues amigo mio, has gastado todo que deberías haber ahorrado. A medida que la película avanza, he acabado un poco hasta los cojones de los vuelos aéreos con nieve flotátil y sus consecuentes sudoraciones/horas/dinero/paciencia de los empleados que dispones para hacer estas maravillas digitales. Has conseguido enfriar más si cabía el ambiente, logrando que los personajes perdieran toda personalidad, limitándoles a correr (¡¡hasta por tuberías!!), traspasar paredes, volar (no me reitero, lo que pasa es que también vuelan con una casa, la casa voladora), y otras cosas que en definitiva, han arrancado la esencia de la história de cuajo. Demonios, en ocasiones he creido estár en un parque de atracciones, igual de caro desde luego que ha sido.
Bah, no tengo más que decirte amigo mío. No has echo un bodrio ni mucho menos, me has entretenido, pero sólo eso, entretenimiento sin história y con 14€ hay que exigir un poco más.
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